Tal vez pueda parecer que por ser el octavo libro de Camilla Läckberg con los mismos personajes sea aburrido o repetitivo pero no lo es. La autora consigue que nos reencontremos con viejos amigos cuando comenzamos una nueva novela.
La historia comienza cuando Ebba y su marido Marten se van a vivir a la isla de Valo, cerca de Fjällbacka. Lugar que todos recuerdan porque la familia de Ebba desapareció sin dejar rastro cuando ella era solo un bebé. Sin embargo, ocurren accidentes que hacen sospechar a la joven pareja que alguien no les quiere en la isla por alguna razón.
Como Läckberg nos tiene acostumbrados, siempre que hay un misterio aparece Erika Falck que junto a su marido Patrick intentarán averiguar qué hay detrás de estos accidentes y de la antigua desaparición de la familia de Ebba.
Camilla mezcla con fluidez y gran acierto la narración en varios tiempos, algo que se ha convertido en su marca personal. Desde el primer capítulo te desconcierta y anima a seguir leyendo una página tras otra. Una característica propia que tienen sus libros es que el lector obtiene la información al mismo tiempo que los personajes lo que te hace vivir la acción y ser parte de ella.
Es imprescindible destacar la evolución que han tenido todos los personajes desde el primer libro a éste, aunque está claro quiénes son los protagonistas. La mayoría de los asiduos a Camilla tenemos un cariño especial a Molin, Costa, Annika e incluso a Melberg. Y aunque sean secundarios, me parece un acierto que en cada libro conozcamos un poco más de ellos y de su vida porque le da una riqueza a la narración que con un solo libro no podría conseguir.
Los que la hemos seguido toda la saga hemos notado en los últimos tiempos un cambio en las historias, quizás menos reales y menos humanas, como consecuencia de seguir una serie durante tantos libros. Me alegra poder decir que en “La mirada de los ángeles” vuelve a sus orígenes: tramas bien contadas, creíbles sin dejar de ser apasionantes y con un final inesperado.
Puede parecer una autora de libros de verano, fáciles de leer y sin una carga excesiva de mensaje, pero después de haber mantenido tanto tiempo sus personajes y su estilo propio se ha creado su hueco en el mercado y en las estanterías de muchos lectores. No cansa y nos da lo que esperamos de un libro, que nos haga pasar un buen rato, que nos sumerja en su mundo y lo más importante, que nos quedemos con ganas de saber más.
En definitiva, una buena opción para este verano-o cualquier época-. Aunque se puede leer y entender por separado recomendaría empezar desde el primer libro (“La princesa de hielo”) porque se pierden matices tanto de los personajes secundarios como de los principales.
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