Reseña por Nikolay Yordanov
Cuando comienzas un nuevo libro totalmente desconocido siempre existe la posibilidad de que te decepciones. Pasas una y otra página, esperando que un autor que nunca antes habías oído tenga algo que marque la diferencia y que después de todo lo que has leído, digas, este libro merece ser leído, pero además, merece ser compartido.
Y así es exactamente como empezó mi andadura con la nueva novela de Eloy Moreno, libro que además de leer, debo compartir.
Lo que encontré bajo el sofá nos traslada a Toledo, haciendo un personaje más de una ciudad que, junto con sus maravillas y secretos, logrará formar parte del entramado que se nos ofrece. Ciudad que custodiará a lo largo de la narración a esas personas que forman parte del libro, pero que a lo largo del mismo, nos daremos cuenta de que no importa del todo su historia. No porque no sea interesante, ni mucho menos, no porque no nos deleita a lo largo de cada una de las hojas, sino porque nos daremos cuenta de que esos personajes, en el fondo, somos nosotros.
Sí, así es. Lo que uno encuentra bajo el sofá, la mayoría de las veces es uno mismo, y es lo que un escritor totalmente desconocido, joven y ambicioso que ha luchado para llegar a serlo, nos echa en cara y con toda la razón del mundo.
Amor, desolación, violencia, corrupción, acoso, abuso, chantaje, secretos… Podría seguir, y quizás no me llegue en tan poco espacio transcribir de qué va este libro porque, en definitiva, va de la vida… De nuestra vida, nuestras ambiciones, de nuestras perdiciones, y sobre todo en lo que con cada día que pasa, nos convertimos…
En definitiva, se trata de una novela crítica con uno mismo, una novela que cada persona que lea, imaginará un mundo diferente, el suyo propio…
Como ven, no entro en contaros el argumento, como bien diría Eloy Moreno, ¿verdad que está bien que nos sorprendan de vez en cuando? Pues es exactamente lo que ha conseguido un libro del que no esperaba nada, dármelo todo… Sorprenderme y a la vez hacerme reflexionar sobre todo lo que me rodea, pero sobre todo, pensar en mí y hacerme una simple pregunta…
¿Quiero ver lo que hay bajo el sofá?