Desde luego, con las nuevas tecnologías y la piratería, el mundo editorial no está pasando por su mejor momento. Ya hay cada vez menos personas que, aunque les guste leer, se decidan en comprarse un libro. De ahí, que las propias editoriales tenga que ir a lo seguro. Apostar por la publicación de autores consagrados, aquellos que han tenido éxito y ya venden mucho, o aquellos de los que por su condición actual, se espera vender. Quizás en ese segundo caso situaría esta novela. Un periodista conocido, una cara que todos hemos visto en la televisión y que tiene sus ventas casi aseguradas. Ahora bien, que el libro publicado sea bueno, eso es otro tema. Lo interesante de este caso es que sí lo es, de hecho es muy bueno.
“El año sin verano” del murciano Carlos del Amor es un canto a las novelas que te hacen partícipes de los sentimientos de cada uno de los personajes y te dejan con una amargura al cerrar el libro. No porque no te haya gustado o porque el final no es el que esperabas, sino porque te da mucha pena de que se te haga corto.
El argumento puede parecer muy sencillo. Vivimos en un país en el que indagar en las vidas ajenas es el día a día. Así que no nos debe de sorprender la curiosidad que siente un periodista aburrido de su trabajo al encontrarse un manojo de llaves que abre las puertas de sus vecinos. Verano, todos de vacaciones, un edificio vacío, y tiempo infinito para hurgar en las vidas ajenas de las personas que te cruzas día a día. A quién no se le ha ocurrido pensar en cómo sería la casa del piso de enfrente, y en la de abajo, y en la ruidosa de encima… El tiempo vuelva cuando decides buscar en lo ajeno. Lo único es hacerse la pregunta si eres capaz de afrontar lo que puedes encontrar.
Así se nos presenten unos personajes maravillosos e inolvidables. Una historia de amor, con fachada de perfección e interior de desastre. Los enamorados Simón y Ana, el argentino Héctor, el cartero, la portera, la señora loca del cuarto… Todos con una historia de pasado, pero también de presenta. ¿Cómo le fue la vida de esas personas antes y cómo es ahora? Una pregunta que Carlos del Amor logra describir con un acierto sorprendente para un “novato”.
Una novela con todos los ingredientes para llegar muy hondo a la persona que decide vivirla. Y sí, utilizo el verbo “vivir” porque lo que realmente produce en el lector es sentir y vivir lo ajeno, lo del vecino, lo de la pareja de enfrente, que al final se convierte en nuestra propia historia, en parte de nuestra vida.
Desde luego no se trata de una novela más de una cara conocida sino de un libro que merece ser leído y sobre todo, disfrutado. Un argumento original, bien construido y con un final que hará que sigas pensando en la novela una vez que hayas leído la última página.
Es bueno Carlos del Amor