Virginia Yagüe, que es conocida por ser guionista de series tan vistas como “La Señora” y “Amar en tiempos revueltos”, nos trae ahora una novela histórica tan exótica como el escenario en el que se desarrolla: la colonia de Filipinas.
La protagonista es la joven Carlota Díaz de la Fuente que apenas tiene recuerdos de su vida en España porque se traslada junto a su familia a Filipinas a finales del siglo XIX. Muy pronto nos daremos cuenta de que Lota es una joven muy especial y adelantada a su tiempo. La educación que recibe de su padre la convierte en una mujer independiente que lo único que desea es libertad. Sin embargo, aún no es consciente de la realidad política en la que se encuentra inmersa sin saberlo.
La historia comienza en 1896 cuando vuelve Felipe de Ayala, un joven amigo de Carlota, y le propone matrimonio. Aunque un poco sorprendida por la proposición, Lota acepta sin dudar cuando Felipe le promete libertad para seguir haciendo lo que desee. Los primeros años de mujer casada transcurren con aparente calma. Aunque el matrimonio no es lo que soñaba, le servirá para abrir los ojos a los movimientos revolucionarios que se están gestando en Filipinas y lo que éstos pueden implicar tanto al Gobierno como a su propia familia y conocidos. Todo ello, mientras la joven Lota descubre el significado del verdadero amor…
Este libro se aleja de los tópicos impuestos a las novelas coloniales ya que no se centra en la vida romántica de su protagonista sino que más bien nos hace conocer una parte de la historia de las colonias olvidada. Ver poco a poco como madura Lota que comienza siendo una joven acomodada cuya pasión es la fotografía y acaba como una adulta que ha utilizado la fotografía para documentar una revolución y desmarcarse de su papel de joven consentida.
Como he comentado Carlota es la gran protagonista pero no puedo dejar de mencionar a otros personajes que no por ser secundarios son menos importantes. Felipe de Ayala, Diego y Sinang, siendo ésta última, a pesar de su brevedad en la novela, un pilar fundamental de Lota y un personaje bien elaborado que personalmente se ha ganado mi simpatía.
Es una novela de fácil lectura, los capítulos tienen una extensión muy amena que poco a poco nos va sumergiendo en la época colonial dando un paseo por multitud de paisajes exóticos. Destacaría la descripción de los ambientes tanto de Manila como del resto de escenarios en los que se mueven los personajes ya que hace muy fácil imaginarse en ellos viviendo la trama. Llama la atención el final de la obra que en lugar de acabar con un punto y final parece evocar un punto y aparte, quizá para una segunda parte.